El cuarto poder

Volver a la realidad después de un rodaje es siempre extraño. Y si ese rodaje ha supuesto un viaje por los recuerdos propios y los de tu familia, la resaca es mucho mayor. Así que aquí estamos, semanas después, intentando aún recuperar costumbres, volver a empezar. De momento, para retomar el blog, le daré salida a una entrada que se me quedó en ‘Borradores’. Hoy, hablo sobre Todos los hombres del presidente (Alan J. Pakula, 1976) y Los favoritos de Midas (Mateo Gil, 2020), un clásico del thriller político setentero y una serie española en Netflix.

Cuando el periodismo tumbaba gobiernos

El thriller político explotó en los 70. Bebía de la realidad, de la conspiranoia y de un mundo en el que existían periodistas de investigación y sus verdades eran capaces de derribar presidentes. Ahora cada vez hay menos periodistas y los que hay trabajan en las peores condiciones posibles. Y además son los presidentes los que derriban verdades como quien se lava la cara por la mañana. Por eso Todos los honbres del presidente (Alan J. Pakula, 1976) es tan buena siendo mainstream y por eso Spotlight (Thomas McCarthy, 2015), por citar el mejor exponente reciente, aunque muy buena me deja un regusto cinéfilo amargo, como a deja vu.

En la película sobre el Watergate no destaca nada especialmente, pero sobresale un todo, un guion y un montaje capaces de contarnos una historia compleja sin que nos perdamos, una dirección que se luce lo justo pero que siempre mantiene la energía necesaria y una pareja de actores con el talento suficiente para hacernos olvidar desde el minuto uno que son estrellas.

Esta es una de esas obras redondas, de las que nos entran ganas de gritar aquello de yanosehacenpelículasasí. Está por inventar el thriller poltiico del siglo XXI. Y mira que la era Covid y Post covid deberían dar para mucho…

Vista en HBO Max

Quién manda al que manda

Esa cierta sensación de incredulidad respecto al periodismo de investigación es lo que mas pesa entre los aspectos negativos de Los favoritos de Midas, miniserie creada y dirigida por Mateo Gil (Blackthorn, Proyecto Lázaro) que, por otro lado, tiene elementos muy buenos. En el lado malo de la balanza también habría que colocar unos diálogos bastante inverosímiles -a veces ridículos-, algunos tópicos de guionista como de escribir con el automático puesto y unas interpretaciones secundarias que no llegan al nivel de su pareja protagonista.

Y es que lo mejor de la serie, además del apartado técnico y de la desesperanza y el meritorio nervio que le imprime Gil a la historia, está, sin duda, en las interpretaciones de Luis Tosar -siempre un seguro- y de un sorprendente y resucitado Guillermo Toledo, quizás en el mejor papel de su carrera.

Vista en Netflix

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